Ucrania es un campo de batalla y una mesa de negociaciones. Es un área de disputa del “choque de civilizaciones” vaticinado por Samuel Huntington en el cercano pero lejano 1996. Por Emanuel Pietrobon y Juan Martin G.Cabañas
Ucrania es donde termina y todo comienza
Es donde termina el Eurasianismo (el sueño de una Europa desde Lisboa hasta Vladivostok, -tanto de europeos continentalistas como de rusos-) y es donde comienza el nuevo capítulo de la perpetuum bellum (guerra perpetua) entre los extremos de Occidente (America y Rusia). Es un área de interés para los emergentes Polonia y Turquía. Es el pivote geoestratégico que puede hacer que los Estados Unidos envíen a Rusia al exilio asiático. Y es, sobre todo, un teatro de operaciones clave de la “tercera guerra mundial a pedazos”.
En Ucrania se está librando un nuevo capítulo en lo que el Papa Francisco ya había denominado“la Tercera Guerra Mundial a pedazos” en el 2014.La historia le dio la razón al actual sumo pontífice: aquellos conflictos que estallaban como la pólvora en todo el planeta eran parte de una confrontación hegemónica más amplia entre bloques.Bloques que en 2022, tras ocho años de germinación alternados con fases de latencia, iniciaron sus choques tectónicos.
Guerra fría sin fin
Los analistas temen la “internacionalización del conflicto”, pero lo cierto es que ya es global. En cierto modo, siempre lo ha sido. Pero se convirtió en global cuando Ucrania creó una Legión Extranjera, comenzó a recibir armamento de la OTAN, y cuando Rusia reunió sus propios pelotones de leales, con sus propias deudas con Kiev.
Desde las Periferia hacia los Centros: algunos escenarios
La Tercera Guerra Mundial a pedazos, o “competencia entre grandes potencias”, entró en una nueva etapa en la que se observa un aumento de la presencia del conflicto “desde las Periferias hacia los Centro“.
Las periferias, es decir, los marginados, los rezagados de la globalización, los satélites, las franjas de la tierra en disputa, los Estados-vecinos a los márgenes de los grandes imperios, los resabios de las épocas coloniales. Son los estados periféricos los que se han visto abrumados en los últimos años por las guerras civiles, complots golpistas y operaciones híbridas en el período anterior a la guerra en Ucrania. RecientementeKazajstán fue el último ejemplo. Y son los Estados periféricos los que experimentarán un crescendo de inestabilidad en un hipotético periodo de posguerra (o de tregua temporal).
Por ejemplo es el Atlántico un suburbio con muchos polvorines por encender, el escenario donde el eje Moscú-Beijing intentaría mover sus fichas, con reacciones audaces, pero predecibles al avance Occidental (el AUKUS y la OTAN) en los respectivos “barrios” de Rusia y China. El equilibrio de poder nos haría inferir que si las dos “potencias revisionistas” no tienen derecho a tener sus propias zonas de influencia, ellas tampoco deberían dejárselas tener a Estados Unidos: la “Doctrina Monroe” en el siglo XXI podría ser puesta a prueba.
En pocas palabras, el Atlántico podría volverse tan geo-relevante como lo es hoy en día el Indo-Pacífico. Así lo sugieren algunos hechos ocurridos en 2021: el renovado apoyo ruso a las fuerzas políticas latinoamericanas críticas con posturas críticas a Washington; la llegada oficial de China a Nicaragua; la ola de inestabilidad que envolvió a los dominios franceses en América Latina, y por último pero no menos importante, el llamativo respaldo chino al reclamo argentino por la soberanía de las islas Malvinas.
Un mundo diferente
La “guerra económica total” contra Rusia es el símbolo de la nueva globalización que se está gestando: “una globalización en compartimentos”, de varios carriles, y a varias velocidades, de compartimientos micro y macro regionales. Un proceso impulsado por la administración Trump y que la pandemia del Covid-19 y que la reciente guerra en Ucrania no han hecho más que acelerar.
En el nuevo modelo de globalización que surgiendo, se articulan procesos regionales integradores como la UE y la UEE pero que a la vez se van disociando (en una especie de competencia de Continentalismo tal vez). Una globalización y regionalización con una desdolarización más progresiva. Europa y Asia podrían ser dos compartimentos cada vez más separados. En esta hipotética “Globalización de Compartimentos”, luego de los sucesos en Ucrania existe la posibilidad de que Rusia, de facto, forme parte del bloque asiático. Tal vez el sueño del Eurasianismo, el sueño de una Europa extendida de Lisboa a Vladivostok, murió el 24 de febrero del 22, o al menos no será posible por un buen tiempo-
Así como la globalizando está cambiando, también cambian la conformación de bloques, polos y alianzas. Existe el riesgo de que tal vez, los tiempos de moderación y neutralidad pasiva se estén terminando. Incluso Suiza, ausente de las dos guerras mundiales, ha roto una tradición centenaria.
Vivimos en tiempos agitados, de realineamientos geopolíticos por medio de la elección de bandos, seguro las grandes potencias pedirán pruebas de lealtad a lospaíses periféricos. Algunos responderán de forma firme, mientras que otros “cambiarán de camiseta” de forma sorpresiva. Solo hace unos días la administración Biden comenzó un proceso de acercamiento con la vilipendiada Venezuela de Maduro. Mañana puede ser otro “rival” el que se intente seducir. Mañana todo puede ser: los Centros son pocos, las Periferias son muchas.
Una cosa es cierta: la guerra de Ucrania lo ha cambiado todo, ha revuelto las cartas sobre la mesa.Al apelar el liderazgo ruso a la intervención militar directa en la disputa, han cruzado el Rubicón y han arrastrado al mundo, conscientes de ello o no, hacia escenarios inexplorados cuyo carácter, como el búho de Minerva, sólo se comprenderá mejor con el paso del tiempo.